Hechos 8:36-40
36 Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?
37 Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.
38 Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó.
39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino.
40 Pero Felipe se encontró en Azoto; y pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea.
En este pasaje vemos claramente que el único requisito para ser bautizado es haber creído, haber confesado a Jesucristo como el Mesías, el Hijo de Dios que vino a salvarnos de nuestros pecados.
Habiendo
creído entonces
bien puedes, caso contrario no puedes.
Por eso el bautismo es para los que son salvos no para los inconversos.
En otras palabras nos bautizamos porque somos salvos y no para que seamos salvos.